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Ibiza, la isla de los piratas

La perla del Mediterráneo

De sobra es sabido que Ibiza es una isla mundialmente conocida. También son numerosos los nombres por los que es llamada, “la isla blanca”, la “isla bonita”, la “isla que no duerme”, etc, pero también ha sido llamada la “isla de los piratas”. Durante siglos, desde la Edad Media hasta el s. XVIII, la isla ha sido foco de los ataques y saqueos sin piedad de los corsarios.

La “perla del Mediterráneo” era un destino muy deseado por los piratas árabes, los Jebeques y los berberiscos. Echaban el ancla en cualquiera de las múltiples calas de la isla y saqueaban todo lo que tuvieran a mano. Lugares especialmente preciados eran las salinas de Ses Salines, ya que la sal en la época era un bien muy preciado y los molinos harineros de Santa Eulália. Los corsarios no sólo se llevaban cosas materiales y animales, sino que secuestraban a sus habitantes para esclavizarlos y después venderlos en el Magreb.

El pueblo ibicenco estaba atemorizado y no ofrecía mayor resistencia a los piratas.

Las iglesias comenzaron a ser lugares donde refugiarse gracias a la protección que ofrecían sus gruesos muros. Y es en ésta convulsa época cuando nacen las torres piratas que rodeaban toda la costa ibicenca. Aún a día de hoy podemos admirarlas en uno de los que es considerado de los enclaves más bellos de la isla, la torre Des Savinar.

Las torres estaban situadas de tal manera que a simple vista se vieran las unas a las otras y así hacerse señales en caso de ataque pirata. Cuando se veía venir al enemigo no había más que encender una hoguera que avisaría a la torre más cercana, encendiendo ésta otra hoguera y así sucesivamente hasta completar todo el perímetro de defensa.

Hoy en día se conservan siete torres de defensa.

-Torre des Carregador. Construida al sur de Platja d’en Bossa para proteger a los trabajadores de las salinas.

-Torre de Ses Portes. Entre las playas de Ses Salines y Es Cavallet, servía como vigilancia para las salinas y el paso de Es Freus, camino de Formentera.

-Torre des Savinar. Situada frente a Es Vedrá y Es Vedranell servía como atalaya de vigilancia.

-Torre d’en Rovira. Entre Cala Comte y Cala Bassa en San Antonio, protegía los islotes de poniente.

-Torre d’en Valls. Su misión era vigilar el islote de Tagomago.

-Torre de Balansat. En la punta de Sa Creu, avistaba el puerto de Sant Miquel y la costa de Benirrás.

-Torre de Portinatx. Puesto de vigilancia en la punta de Portinatx.

Y no nos olvidamos de la isla de Formentera que por aquel entonces estaba despoblada y servía de refugio para los piratas. Allí se repartían los botines y planeaban el próximo ataque. En un intento de persuasión, los ibicencos colgaban a algún que otro pirata capturado, ahorcándolo y exhibiéndolo en una pequeña isla camino de Formentera que a día de hoy se le conoce con el nombre de S’illa des Penjats, la “isla de los ahorcados”.

Y tras muchos siglos de historias de piratas, la isla puede presumir de ser el único lugar en el mundo que cuenta con un monumento a la memoria de los corsarios. Un obelisco que se encuentra en el puerto de Ibiza y fue inaugurado en 1915.